Tras navegar muchos años en solitario donde las travesías se hacían largas e interminables, decidí buscar compañeros de fatiga. Busqué por los siete mares, crucé océanos enteros e incluso me adentré en tierra firme con la esperanza de encontrar a los tripulantes de mibarquitodepalet.

A las faldas de la montaña de Monserrat encontré a la primera compañera, una gata llamada Pipa, muy lista, con carácter y un poco traviesa. Se embarcó aportando felicidad al día a día de la vida marinera, siempre dispuesta a tomar un poco más de sol o a despertarte de madrugada para que contemplases las estrellas a su lado.

La segunda tripulante llegó siendo una cachorrita muy pequeña, juguetona y muy activa. Llenó de energía nuestro barquito y nos contagió con su ímpetu. Saltar hasta coger lo que quieres es la filosofía de Lola y nosotros la adaptamos a nuestra vida.

La tercera tripulante apareció cuando íbamos de regreso al barco, su tranquilidad y una eterna sonrisa cautivaron al resto de la tripulación. Nuestra «gordita», Audrey, adora nadar, no soporta la soledad y pierde la cabeza por la comida. Su calma es la paz necesaria para los días de tormenta.

Una vez completa la tripulación, el viaje comenzaba. Sentir la arena en los pies y las patas, el olor a mar, el sabor a sal y el infinito horizonte... Dos perras, Lola y Audrey, una gata llamada Pipa y yo, Susana, somos las tripulantes de mibarquitodepalet.